Por la Fundación Toby Tegoby
El mundo empresarial ha desarrollado armas muy sofisticadas y eficaces como para que cualquier mortal, aún el más desavenido, termine finalmente sucumbiendo a las tentaciones de existir en un sistema de farsante libertad de elección. El marketing y la publicidad son los grandes responsables encargados de promocionar las disfrazadas ventajas de vivir en una sociedad de consumo obligado. A la par de todo esto, las corporaciones se han convertido en enormes monstruos malignos que persiguen saciar su apetito, cada vez más ávido de nuevos y más grandes bocados. Los códigos de la empresa se han transformado, en este mundo tan globalizado, en la ley misma, y, para mucha gente ya asimilada, en la vida misma.
Este blog es una creación de la Fundación Toby Tegoby. Nosotros nos dedicamos a compilar las máximas y mensajes que alguna vez fueron dirigidos por el maestro Toby a la humanidad. Un merecido tributo a este pretendido genio, artista, gurú, diseñador, neologista, coleccionista de discos y otrora visionario, quien de manera incansable, resistió al establishment empresarial, para luego caer víctima de los estudiados ataques del poderío gerencial. Siempre polémico e idealista, él pensaba que se podía, con un toque de sutil hipocresía, ser un buen elemento corporativo sin dejar de ser un alma de corazón bohemio. Ante esto, el sistema ejerció inmediatamente su autodefensa, catalogándolo de insano y eliminándolo sutilmente de sus filas. Habiendo quedado excluido, nuestro homenajeado se transformó en un marginado, dedicándose al coleccionismo y la clasificación de discos innecesarios, cambiándoles las fundas dos veces al año.
Hoy vive cuestionándose día y noche sus actitudes pasadas. Ya no colecciona nada, y ya no cambia fundas. Sólo trabaja y trabaja, esperando una redención por parte de su grupo de pertenencia, a quienes cree que hace feliz. Su asimilación al sistema ya es total...
Vendrá el momento en que las corporaciones, en su afán desmedido de poder, deban devorarse a sí mismas, y entonces, su imperio caerá inevitablemente. Ese día, los pocos sobrevivientes con libertad de criterio que quedemos en pie contemplaremos satisfechos el show de la autodestrucción. Y cuando el fin de las empresas llegue, nosotros levantaremos nuestras banderas alrededor del monumento al gran visionario, clamando: “Ilustre Toby: tu legado vivirá por siempre. Aquí estamos los perpetuadores de tu pensamiento único, irrepetible e inmortal. El que esgrimías cuando brillabas... Cuando eras magistral”.